Hay Un Lugar…

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“Hay un lugar donde nunca, pasa lo que vos queres…”

Así es, en la ciudad donde no brilla el sol y reinan las bocinas del caos organizado. New Delhi es un caos prolijamente organizado. Aún con poco tiempo en el país me atrevería a arriesgar que India es así. Las reglas parecen ser las másbásicas, pero así y todo, el mundo gira y cada una de las partes de este torbellino encajan en una sincronía difícil de descifrar.

No hay revancha para la primera impresión que deja una ciudad que apabulla. Golpea una y dos veces. Uno no llega a recuperarse rápidamente del asombro que provoca lo increíble del entorno, de su gente y de todos los invitados a la gran función que nos presenta la vida diaria.

Es imposible mimetizarse. No hay manera de pasar desapercibido. Somos extraños, extranjeros, raros, diferentes. Esto es un hecho y ellos lo saben, por eso las negociaciones son moneda corriente. Así es, donde los cuervos son como los gorriones y buscan restos una vida que ya no es útil, todo se regatea, todo precio es móvil.  Cualquier mecanismo que pueda movilizarse operado por alguien, seguramente tenga una bocina. Quien quiera que sea el conductor de cualquiera que sea el medio de locomoción, es un miembro estable de una orquesta compuesta solamente por bocinas finitas, penetrantes y molestas. Todavía no sabemos por qué tocan tanto la bocina, pero lo cierto es que no se cansan nunca (salvo por las noches, donde parece que la intensidad del motor invisible amaina considerablemente).

Main Bazar, PaharGanj, Old Delhi, los mercados, las calles, el tránsito y todo lo demás, logran que los movimientos sean lentos a pesar del vértigo. Las calles casi no tienen nombres, por lo tanto es bastante difícil orientarse y preguntarle a alguien por una dirección, probablemente termine en una aventura. El smog se apodera del horizonte y por momentos, respirar es una experiencia aparte. La mezcla de olores, es tan llamativa como atrapante: pimienta, pimentón, ajo, aceite frito condimentos y especias desconocidas, Massala, basura, podredumbre, gas oil quemado, tierra, agua estancada, bosta de vaca, frutas y verduras, aceite, humo, sazonados con algunos “olores humanos”. La nariz y la garganta pican, y por momentos se siente la congestión.

Las diferencias culturales, muy por el contrario de lo que los prejuicios indicarían,  son lo que nos acercan y eso es lo interesante. El valor quese le da al respeto en un lugar como este es inmensamente superior al que me imaginaba. Es difícil entender algunas cosas pero rápidamente, quien se encuentre envuelto en una necesidad, sortea escollos con un mínimo esfuerzo que se va haciendo cada vez más tenue a medida que pasan los días.

Aunque lo intente varias veces, aún no he podido dar con las palabras correctas que en la combinación me permitan describir fielmente la alteración de los sentidos que provoca sumergirse en las callejuelas de Delhi. Sin embargo, a pesar de que lo he intentado con bastante poco éxito, debo ser honesto y reconocer que no era tan terrible como lo imaginaba. Es raro, shockeante pero no violento.

\\\Ayer, dejamos N. Delhi y empezamos a sumergirnos en la India que nos imaginábamos. Si bien estoy escribiendo estas líneas desde Mantawa pero aun no sé cuando las voy a poder subir. Mañana, a la ruta de nuevo para seguir recorriendo la región de Rajstan.-

El Lugar – Alejandro Balbis