Si la pena se supera

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Ni imponente, ni majestuoso, ni palacesco. Aunque eso está demasiado trillado y son definiciones de manual que podría utilizar tranquilamente y seguramente nadie notaria que detrás de esas palabras hay mas que un superficial significado. Para no llevar el relato de este post a una situación equivocada y light, prefiero simplemente contar lo que me genero a mi: ni más ni menos que la sensación de haber alcanzado un escalón importante en «mi viaje». Es un símbolo, es el amor y la pérdida, la compañía y la soledad, la desazón y el talento. Es todo y solamente eso.

Con paciencia y tesón de artesano, el amor quedo tallado en mármol. Las incrustaciones de piedras duras y semipreciosas encajan tanto como la perdida al amor. El Taj Mahal es desde mi óptica de hoy, un acto desesperado por canalizar una energía que la mayoría no sabemos donde depositar. Hay quienes se hacen lio o se paralizan ante un sacudón pero hay otros que no, que buscan la perpetuidad y la belleza.

Se hizo difícil sostener el nudo en la garganta, pero lo sereno del lugar hace que uno se sienta cómodo aun con un torbellino de ideas. Las sensaciones son muchas y bien distintas. Satisfacción y nostalgia, congoja y relax, desazón y felicidad.

Las contradicciones son tan grandes como las certezas. Esas sensaciones encontradas (a algunas me las encontré en un volquete) se han acomodado en el sillón, empecinadas en hacerme confundir.

Por el momento, la añoranza no es tan grande como lo que me moviliza lo desconocido. Ni rompo cadenas, ni me doy por vencido. Sigo buscando.

Memorias del Olvido – No Te Va Gustar