Estoy en otra canción

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Y cuando todo viraba en una dirección, llega Bangkok para cambiar el panorama. Es loco como en cuestión de pocas horas cambia tanto el estilo y la forma de vida pero esta bueno que así sea. Parecíamos chicos en una juguetería. No había sido tanto tiempo pero lo de India fue bien intenso.

Si bien Bangkok es una ciudad enorme y atestada de gente, también tiene un encanto especial. Esa mezcla de tradición y modernidad, de cultura y descontrol.  El cambio fue grande y nos maravillamos con casi todo. Seguimos comparando con India porque es inevitable y cada vez que podemos lo hablamos con alguien que estuvo allá y nos permitimos descubrir cosas nuevas que tal vez habíamos visto pero que no sabíamos que significaba.

Con mucho para ver, el calor agobiante no es un buen amigo por lo que no nos alejamos mucho de la Khao San Road (es como la calle principal donde todo el mundo recae). Solo anduvimos por la Bangkok turística pero con intenciones de volver por mas. Un poco para conocer  y otro poco porque es una pasada obligada para viajar a Camboya. Los que dicen que Bangkok te atrapa, tienen razón.

Las sensaciones ya no son las mismas. Sin embargo la curiosidad sigue gobernando. Hay cosas distintas y cosas raras. Tratamos de probar lo que se pueda aunque todavía no me les anime a los insectos. Si, insectos como se ve en la tele, son comestibles y los venden en algunos puestitos en la calle aunque no parecen ser tan populares.

La comida no es un dato menor. A pesar de que sabíamos que la comida Thai es famosa, el contraste nos hizo maravillar con algunas cosas. El sabor ha cambiado considerablemente y ya la masala es un recuerdo vago. Hoy comemos en casi cualquier lado mientras que en India era imposible comer en algún puesto callejero. Es muy común ver puestos de comida que hacen exquisiteces y a verdad que a un precio accesible. Seguimos descubriendo cosas pero ya tenemos una lista grande de comidas muy ricas. Frutas, de todo tipo. Yo me he decidido a darle una segunda oportunidad a algunas comidas (especialmente verduras y frutas) y me desconozco en el avance que he logrado. Este viaje esta haciendo incorporar unas cuantas variantes a mi dieta.

Koh Phangan no tiene nada de especial pero es una isla muy conocida de Tailandia, especialmente por estar plagada de europeos y norteamericanos  que vienen a romperse y por la Full Moon Party. Esta fiesta es una locura, verdaderamente. Hay de todo y se ve todo. Básicamente, es una fiesta en la playa del Haad Rin, en el sur de la isla. Están casi todos están descalzos (se pierden miles de ojotas que al otro día se venden usadas por los comerciantes de la zona que las recogen), ropa de playa y mucha pintura fluo. Los bares que dan a la arena, ponen música y cada uno con la suya. Venden unos baldes con alcoholes varios y organizan algunos juegos o destrezas: tirar dardos para ganarse cosas, saltar la cuerda (pero prendida fuego), pasar entre aros de fuego, catarata de espuma, tobogán desde el techo del bar a la playa, etc. Las fiestas previas, son aun mejores que el día D pero cuando es la Full Moon Party, la gente se multiplica. Hay fiestas en todos lados. Jungla, cascada, resorts, hoteles, playa, bares. La fiesta de la luna llena, la de 3 días antes de la luna llena, la Shiva Moon, la fiesta de la no luna, la de media luna y otras mas. No son todas al mismo tiempo, pero 2 o 3 por día hay seguro. Entonces, así van y van como zombis los que tienen que aprovechar el tiempo a lo bobo.

Todo muy lindo, hasta que te enteras de que uno cae en la cuenta de que se puede gastar demasiado. Por suerte no nos pasamos de la raya pero noches alegres, billeteras tristes.

Resulta que esta es una isla hermosa, bastante grande que por desgracia esta muy masificada y que esta llena de fiestas todos los días. Repito: todos los días hay alguna y eso esta buenísimo pero no se puede vivir todo el día de cachengue, no? Por lo pronto, nosotros ya levantamos el pie del acelerador hasta nuevo aviso.  Por suerte estos últimos días salimos un poco del ruido y nos vinimos a la “jungla” con playa. El sol y la luna, siempre ahí marcando el ritmo

En Tailandia, por ser un destino codiciado hay muchos viajeros y ya se van creando lazos con gente que se suma en el camino. Esto es un poco mas parecido también a como estoy acostumbrado a viajar. También se sumo que por primera vez nos quedamos varios días en el mismo lugar y eso nos conecta con más gente.  Eso hace que cada lugar tenga también un encanto especial mas allá de lo que la vista regala. Los recuerdos, una vez consolidados remiten a los lugares y a las personas. Me pasa muchas veces de acordarme de gente y de charlas pero no del lugar y a veces hasta mezclo los lugares o los viajes. Por estos días cambiamos de locación para estar un poco más tranquilos yendo solo a la playa y a comer. Nos vinimos a un lugar más alejado del ruido por consejo de Emi y Noe que viajan con sus niños (Diego y Dara) vendiendo artesanías. Bajamos los gastos y estamos en un lugar hermoso, diferente del ruido europeo y norteamericano.  Estamos más juntos con ellos y de a poco se va sumando gente al grupo. Es increíble lo que se puede aprender solo mirando.

Sigo aprendiendo cosas y estoy como en una etapa esponja. Estoy bastante atento con los detalles. Los sentidos, siguen bien despiertos. De a poco, bien de a poco se me van desenredando los ojos y me le voy animando al niño que llevo dentro. La ruta ya no es ruta y creo que por fin estoy dejando de vivir historias de los demás para intentar la mía.

Mambeado – Onda Vaga