Luciérnagas desquiciadas

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Los últimos días en el norte de Tailandia, previo paso por Bangkok con amigos, fueron tan jugosos como los otros. Sin arena blanca ni aguas templadas pero con muchas cosas para ver y sentir. Se vive otra vida lejos de los cardúmenes. Fuimos 6 por un tiempo y volveremos a ser 6 dentro de muy poco. Los marineros Bengalíes nos hacen de laderos.

Rutas ensortijadas para desandar el camino que nos sumerge entre campos de arroz y café o nos lleva cerca de las montañas verdes como los dólares que escasean. (Poco romántica la metáfora, pero es verdad).

El Rio Mekong (http://es.wikipedia.org/wiki/R%C3%ADo_Mekong) fue testigo de lo que me aburrí en el viaje de 2 días rio abajo. Paisajes súper interesantes, esa sensación de sentirse parte e una película, charlas interminables entre mate y mate, música y sobre todo mucha vida local para meter definitivamente la cabeza en Laos. Dos días de agua, montañas y dolor de espalda lograron a pesar de todo, pintarme una sonrisa como la que me sale cuando estoy en movimiento.

Si, todo esto para llegar despacio pero sin pausa a un país que no figuraba en mi radar ni en el que jamás había pensado hasta estar tan cerca. Laos es mucho mas que el paraíso de los insectos (ya me convertí en un experto aniquilador. Especialmente de las hormigas que hasta dormido mato). Estoy hace muy poco tiempo dando tumbos por acá pero se puede ver que a pesar del boom turístico del Sudeste Asiático, este rincón del mundo sigue siendo poco explorado por los cachetes colorados europeos y norteamericanos (mucho menos que sus vecinos), salvo por Vang Vieng, donde se hace el tubing y los gringos vienen como en procesión.

El tubing es una actividad tan sencilla como efectiva. A saber: rio,  muchos bares en la orilla que pasan música de boliche todo el día, tirolesa, trampolines, cuerdas, hamacas, chorros de agua, duchas, etc. y la actividad consiste en subirse a un gomon o goma de camión o de tractor y dejarse llevar por la correntada. Uno se puede arrimar a los bares usando los brazos como remo o bien, dejarse “pescar”. Es divertido? Si, la verdad que si.

Laos no tiene playas pero es dueño de paisajes increíbles, motivo de la mayoría de las fotos de este post. Laos no podía llegar antes ni después, tenia que llegar ahora, como dejándonos pasar, acunados por este rio inmenso y rico que nos da de comer a todos. Sigue Camboya y Vietnam, que se hacen esperar.

Leí por ahí en Chiangmai, un cartel en un negocio que decía algo como esto: “No es posible perderse si no te importa donde te encuentras”. Me pareció interesante el concepto, y no se cuanto tenga que ver con Laos o con el norte de Tailandia pero si e algo estoy seguro es que en este momento no me importa perderme ni encontrarme, no estoy perdido ni me importa donde estoy. Tengo mucha suerte de poder seguir admirando lo que pasa por delante de mis ojos como si fuera una película en cámara rápida. El lugar no es tan importante como el viaje en si, sin embargo por suerte las rutas caminadas ayudan, y bastante.

No hay un antes ni un después, pero si una sensación de que podría haberme tomado mas tiempo para vivir la vida local, bajando la velocidad obligatoriamente y donde los horarios no son tan importantes como las actividades. Vida pacifica y con la energía justa.

La Correntada – Alejandro Balbis (A pedido de Mama)