Ayuno de bocho

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Accionando los spoilers para levantar vuelo cuando hizo falta me encontró el frio de Australia y de la misma manera me espero Nueva Zelanda. Extrañaba un poco este fresco que el verano mas largo de mi vida me había hecho olvidar. Extrañaba pero tampoco era para tanto.

Pasar de un promedio de 30 grados a uno de 10 sin enfermarse, no me parece un merito menor que daba ser ignorado. Tal vez sea casualidad o a lo mejor la cantidad de pinchazos tan onerosos como molestos que me aplicaron en Stambulian se están amortizando de a poco.

Muy prolijito resulto todo y el contraste una vez más, asombrosamente poderoso. Cuanto más se valoran algunas cosas ahora, después de experimentar la ausencia. Y no me refiero con esto a lo mas romántico de la expresión sino en el sentido amplio del concepto, incluyendo todo lo material. Esencialmente lo material, ya que el resto, hace falta siempre, estando lejos o cerca.

Los olímpicos de fondo y los TV a todo volumen, como si estuviera en casa pero con otros deportistas en pantalla y un idioma extraño en la voz.

Mientras escribo esto y sale el sol desde el otro lado del mundo, pasan cosas poco habituales. Es muy probable que madrugar sea considerado un acontecimiento en mi vida actual, pero si sabía que estos sucesos eran debían de esperarse, me hubiera esforzado un poco más. Tomo mate mientras en la tele suena el Himno Nacional Argentino, con Las Leonas de fondo cantan con el corazón y desde la recepción del hostel se escucha un relator uruguayo entonando los acordes apasionados de un partido de Peñarol. Raro y familiar. Dos palabras que parecen muy difíciles de combinar en la misma oración.

A pesar del madrugón, Auckland no es tan grande como para estar demasiados días y con frio, el recorrido es mas corto. Seguimos en la línea de Australia pero un poco mas rustico en varios aspectos aunque ni se asemeja a Asia o Sudamérica. Sigue estando cambiada la línea. Los inmigrantes son los encargados de hacer girar a rueda por aquí, como parece ser regla tacita en tantos lugares.

Saliendo de la ciudad, esta todo pintado de verde. Parece una escenografía de esas que predominan las montañas, ovejas y vacas, rutas prolijitas, graneros y granjeros en camioneta de las viejas. Si estas locaciones sirvieron muchas veces de escenario para películas, las razones son obvias. No hace falta preguntar demasiado por qué Narnia y el Señor de los Anillos se filmaron aca y porque mucha otra gente se viene a descansar en este clima rural. Aquí si se respeta la naturaleza y el entorno. A veces de manera exagerada, pero entiendo que la intención es esparcir la conciencia ecológica sin ir mas lejos que cuidar lo que se ve y lo que nos da de comer. Simple, como ese concepto de jardín de infantes.

Los lagos, las montañas y los volcanes, las luces de la noche (que empieza bien temprano), las aves y la amabilidad de la gente se conjugan para hospedar a tanta gente como sea posible, es este país que parece el paraíso de las autocaravanas (motorhome/campervans/casas rodante o como se les quiera llamar). Efectivamente acá son la regla y como no podía ser menos, hace ya 10 días que estoy en la ruta (literalmente), motorizado muy cómodamente. Además de cómodo es la opción mas barata de recorrer mucho y rápido.

Seria injusto no confesar que este paisaje me sienta mejor que la playa, sin embargo no estuvo para nada mal tocar las dos puntas. Siempre esa predilección por la montaña que me llevo a andar por la Patagonia lo mas que pude, esta resurgiendo en forma de placer cada día.

Sigo andando, sigo en movimiento aunque clepsidra esta anunciando que el tiempo ya no sobra.

Divididos – Ay que dios boludo!