Quizas es mas la sed

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Subte, tren, metro. Hong Kong por 3 días. Barco. Macao por un día. Barco. Hong Kong de nuevo. Avión. Singapur.  Barco. Indonesia.

Así fue la cosa desde que salí de China (los últimos días en el gigante asiático también fueron algo agitados también).

Previo paso por Hong Kong, esa ciudad/país que no es ni China ni Inglaterra, que es una especie de hibrido entre Asia y Europa. Ciudad netamente financiera, moderna y sofisticada. Top, fashion y autista. Vivir en HK me imagino que debe ser es como una mezcla entre un country y un shopping. Es en realidad, un gran shopping con las puertas abiertas, donde pasan los autos y se puede hacer lo que quiera, pero un shopping al fin. La mayor evidencia creo que se ve en muchas esquinas que para cruzar la calle, la ciudad “te obliga” a tomar algún túnel o puente pero que en realidad es también un conjunto de negocios. Raro, pero así son las reglas.

La ciudad no tiene nada de especial, salvo la certeza de estar en un país de primer mundo, organizado y tecnológico, con remanentes de la herencia británica y alimentada por un dios de fantasía que reluce en pantallas de led. Ese consumismo que sigue siendo desmedido y en algún punto un poco obsceno. Ahora entiendo un poco mas por que las cosas caras son tan caras y las caras son tan cosas.

La gente definitivamente es lo mas extraño de HK. Tienen una onda netamente europea pero con caras chinas. Sobran las palabras para intentar darles una identidad. De hecho, sobran las palabras, punto. Eso me resulto muy extraño, sentir el silencio de tanta gente que como persiguiendo una zanahoria meten sus cabezas en las pantallas inteligentes los celulares al ritmo mudo de unos auriculares moderrnosos. Se siente el silencio y la soledad de la gente que camina para todos lados pero que no conecta. Bolsillos llenos, pero de necesidades por cubrir.

Salvo por los inmigrantes que aunque en el mismo “seteo” por lo menos te hablan para ofrecerte algo: Sir, something for smoke? Hash? Weed? Something special? Massage? Girls? Rolex? Do you need to buy something? Cameras? (Casi todas estas preguntas provenían de inmigrantes Indios o Africanos, cerca de mi lugar de residencia temporal que vendría a ser un sitio de desplazados, ubicado cerca del centro pero don de generalmente se hospedan los que no entran el mundo de la moda y de las luces de los probadores de ropa de locales top). Cualquier cosa tienen o te consiguen los vagos con tal de sobrevivir en esta nube.

Si dicen que Shangai es la prostituta del oriente, no me quiero ni imaginar lo que deben decir los Chinos de Hong Kong.

Macao? mas pintoresco y colorido, seguramente por esa influencia portuguesa que tanto dejo aunque mucho mas se llevo. Eso si, Macao es como dicen Las Vegas en Asia con mega hoteles de lujo y casinos por todas partes. Al igual que Singapur fue solo de paso, lo mire por la ventanilla (por esta vez) porque según las crónicas de mis amigos viajeros es del espíritu de Hong Kong, por lo que cegado por la necesidad de parar un poco la moto me metí rápidamente en Indonesia.

Falsa ilusión de descanso inminente o quizás esa ironía del destino me llevaron a Batam, una pequeña isla donde no hay nada, salvo muchísima gente. Ahí otra vez, poco tiempo después atrapado de nuevo en una maldita ciudad fronteriza. Otra vez la misma historia y para no quedarme atrás, también termine en una moto con un amigo del momento que me “ayudo” a desenredar la galleta de días, pasajes sin sacar y dinero que se me armo gracias a la mala información que tenia y a un conjunto de decisiones equivocadas.

Lo cierto es que por ahorrarme unos dólares (no demasiados) termine viajando 3 días de corrido y las ultimas 50 horas fueron en un colectivo precario que solo me sirvió para cansarme del todo. El viaje fue agotador pero también una experiencia super rara. La gente que viajaba conmigo o del lugar al que parábamos largamente a descansar, no están demasiado acostumbrados a los viajeros y como yo era el único a varios km a la redonda fui victima de miradas con fascinación curiosa al estilo chimpancé y muchísimas fotos (cual estrella de rock), preguntas de rutina, bromas y alguna que otra discusión por los asientos. El colectivo se rompió varias veces (no las conté pero fueron mas de 4 p 5) y lo mas importante de todo es que me encontré con una verdad, una de esas coincidencias tan frecuentes que tornan un simple comentario en una regla implícita: los colectiveros son iguales en todas partes del mundo. No se si es que hay una escuela internacional o manuales universales, pero manejan los mismos códigos y hacen casi lo mismo además de lo que verdaderamente debería unirlos, que es manejar (por si algún desprevenido pensó que la unión provenía de parar en cualquier parador de morondanga a comer un plato de comida gratis o estar ajenos a cualquier necesidad de los pasajeros).

Conclusión: los dólares que me ahorre, me los estoy gastando en fibrones.

Al final, ni turista ni viajero. Soy un simple pasajero. Un pasajero eterno.

Las Pelotas – Pasajeros